sábado, mayo 27, 2006

La Identidad Piquetera

LA IDENTIDAD PIQUETERA * Santul Maria Ester [...] la transformación sólo es concebible como el modo por el cual los hombres libres (o, mejor, los hombres entregados a la acción de liberarse a sí mismos) configuran su vida solidariamente, y construyen un medio ambiente en el que la lucha por la existencia pierde sus aspectos repugnan­tes y agresivos. La forma de la libertad no es meramente la autodetermina­ción y la autorrealización, sino más bien la determinación y realización de metas que engrandecen, protegen y unen la vida sobre la tierra. MARCUSE, H., Un ensayo sobre la liberación, 1969 En los últimos años, especialmente en la zona norte de la provincia de Santa Cruz, la población se ha visto sorprendida por distintas protestas sociales cuyo actor principal es el “piquetero”, y su metodología los “cortes de ruta”. Los piquetes se convirtieron en una forma de protesta social y de lucha para lograr condiciones laborales o asistenciales favorables y, en ese sentido, se ha puesto en el centro de la lucha diaria al jefe o jefa de familia desocupado, a los jóvenes y a las mujeres y a su vez se cuestiona la representatividad real de los partidos políticos y sindicatos. Frente al quiebre del obsoleto sistema de gobierno nacen estas nuevas formas de organización y de lucha no solo en Santa Cruz, sino en todo el país. "Horizontalidad, autoestima, y democracia directa, son tres rasgos que pueden definir en buena medida la política que está en otra parte, aquella que construye día a día piquetes" (Hernán López Echagüe, 2002[1]). En este sentido, Mirta Lobato plantea que los orígenes de la protesta social son múltiples pero puede señalarse un punto de partida en común en la desarticulación de la sociedad del trabajo, el aumento de la pobreza, la retirada del Estado como promotor y garante del Bienestar, la descentralización de los servicios de salud y educación y la crisis de representación política que acompaño el proceso abierto tras la retirada de los militares del poder, así como las dificultad de las clases dirigentes y de los partidos políticos para dar respuestas a las legitimas demandas de la sociedad y para promover y generar consensos básicos alrededor de las bases sobre las que debía producirse la reorganización social. A partir de estas consideraciones se pretende abordar la construcción de la identidad piquetera, entendiendo que la identidad es una representación o construcción simbólica, como una forma de clasificación. (Erica Lander, 2000). La identidad se construye en un complejo entramado de relaciones sociales y no son previas a la determinación social o es atributo exclusivo de un grupo humano, sino el complejo resultado de un proceso histórico y de una formación social determinada. Si bien la ideología tiene una participación decisiva en la configuración de las identidades de las clases subalternas también hay un margen de autonomía que proviene de la observación y experiencia de la realidad como de la posición en la estructura social (Rosana Guber, 1999). De esta manera, el espacio social donde se construye simbólicamente la identidad es un espacio donde los individuos y los grupos se posicionan, construyendo visiones del mundo que dan cuenta de esta relación. Para este caso se puede distinguir dos grandes grupos o sectores: los sectores populares y los sectores dirigentes o dominantes -mejor posicionados- junto a los medios de comunicación que es un instrumento que tiene a su disposición para producir y legitimar determinados sentidos, valores y criterios respecto a los piqueteros y su identidad. Se afirma, entonces, que hay una disputa por fijar los significados sociales -mediante los cuales, y a través de diferentes mecanismos, una cultura se reproduce, reelabora o transforma; esta lucha nos está hablando específicamente de la necesidad de imponer concepciones del mundo, percepciones, contenidos y formas que permitirán a los diferentes grupos ser reconocidos y reconocerse. LOS CORTES DE RUTA “Los medios de lucha más apropiados se van redefiniendo de acuerdo con la coyuntura, con las transformaciones estructurales, con los cambios en los protagonistas…” Mirta Lobato, 2002 Respecto al corte de ruta, Mirta Lobato plantea que este medio se utiliza ya que la huelga ha perdido su eficacia como así también la organización centralizada como la CGT a la hora de defender fuentes de empleo y las condiciones de trabajo, que ha funcionado como voz y otras como apéndice del peronismo. Para esta autora es importante saber que pasó con el movimiento obrero, como fue afectado por la declinación del sector industrial y de que manera los “sin trabajo” fueron presionando en las características que fue adquiriendo la protesta. A esto se suma las transformaciones de los partidos políticos y la crisis de la identidad de diversas agrupaciones cuyo lenguaje político no permite organizar la compresión de la experiencia presente, a lo que se suma la producción de sentido de los medios de comunicación respecto a estos hechos. Svampa explica que para entender esta nueva forma de protesta hay que tener en cuenta el contexto de transformación económica, social y política de la Argentina de los últimos treinta años. Estas transformaciones -ocurridas como corolario de la aplicación de políticas neoliberales- terminaron por reconfigurar completamente las bases de la sociedad argentina. El proceso, marcado por el empobrecimiento, la vulnerabilidad y la exclusión social comenzó en los años ´70, con la última dictadura militar; tuvo su punto de inflexión entre 1989 y 1991, con la asunción de C. Menem al gobierno -momento en que se profundizan las políticas de apertura comercial y de reestructuración del Estado- y encuentra, por último, una aceleración mayor luego de 1995, con la acentuación de la recesión económica y un aumento desmesurado de la desocupación. Dos novedades importantes se constatan en este período ligadas a las transformaciones producidas. La primera, la brecha entre ricos y pobres ha pasado a ser la más grande de los últimos 30 años. Así, los datos de diciembre de 2003 indican para todo el país que el 10% más rico se queda con el 38% de la riqueza producida y gana 31 veces más que el 10% más pobre. En segundo lugar, el cambio de modelo económico generó una situación novedosa que es la coexistencia de crecimiento económico y aumento de la desocupación. Durante este período, la sociedad argentina no contaba con redes de contención ni con centros de formación o reconversión laboral, al tiempo que era notable la ausencia de políticas estatales en la materia, todos mecanismos necesarios para compensar los efectos de las progresivas medidas de flexibilización laboral o los despidos masivos que acompañaron los procesos de privatización y la reconversión de empresas en el nuevo contexto de apertura comercial. Por otro lado, los grandes sindicatos nucleados en la Confederación General del Trabajo (CGT), de filiación peronista - igual que el gobierno de C. Menem- no se opusieron a las reformas, que virtualmente minaban sus bases de afiliación, sino que negociaron con el gobierno su supervivencia material y política y optaron por readecuarse al nuevo contexto económico y social. Este conjunto de hechos y factores nos permite visualizar porque en Argentina existe un movimiento de desocupados, cuya expansión y relevancia lo ha llevado a erigirse en uno de los actores centrales de la sociedad argentina. Aunque es necesario tener en cuenta que la emergencia de movimientos de desocupados se explica también por la existencia de una tradición política organizativa, en gran parte asociada a las vertientes más clasistas, cuyos (nuevos) representantes se decidieron a actuar y construir por afuera –y en oposición –de las estructuras sindicales tradicionales, mayoritariamente vinculadas con el partido justicialista. Desde este punto de vista, la emergencia de organizaciones de desocupados tiene como telón de fondo la crisis y el debilitamiento del peronismo en los sectores populares. Así, durante el primer lustro de la década menemista, los cambios en el mundo popular se instalaron en el registro de la convivencia y de la complementariedad con la cultura peronista; y es solo a partir de 1996-1997 que nuevas formas de organización y movilización fueron insertándose en el registro de la confrontación y el conflicto con el peronismo. A partir de esa época, el territorio del conurbano bonaerense pasó a convertirse en el escenario de una confrontación, de una lucha “cuerpo a cuerpo” entre las incipientes organizaciones de desocupados y la estructura de referentes y gobiernos locales del partido justicialista. En 1997 se realizaron 140 cortes de rutas en todo el país, en 1998 se redujeron a 51 para elevarse en 1999 a 252. La profundización de la crisis económica se refleja en las cifras de 2000: 514[2] cortes de ruta. En las protestas participan familias enteras, las mujeres organizan ollas populares, organizan el reparto de alimentos y conforman los cordones de seguridad en las marchas y los niños y jóvenes alimentan el fuego de la barricada. En el lugar se realizan las asambleas donde se escucha la opinión de los participantes y se votan las decisiones (Mirta Lobato) El piquete o corte de ruta, en tanto nueva metodología de acción, desplazó y fijó un nuevo umbral en los conflictos sociales, insertándolos en las condiciones de vida material. Parte de su caudal disruptivo proviene así de esta interpelación radical, que es a la vez el reclamo de una situación límite y una urgencia, que envuelve la problemática de la falta de trabajo junto con la realidad palpable del hambre. En tanto metodología de acción directa, el piquete conoce diferentes inflexiones, esto es, puede tomar un carácter parcial o total, puede tratarse de un corte de ruta o un corte de acceso a empresas o, más recientemente, puede tomar la forma de un "acampe" frente a las oficinas de un ministerio o secretaría de gobierno, puede ser seguido de una toma o bien de un levantamiento insurrecional. Asimismo, en tanto formato modular, pese a que el piquete conserva gran parte de su potencia disruptiva, no es menos cierto que se inserta en un espacio de tensión, atravesado por fuertes tendencias a la institucionalización. La manera como el piquete es utilizado por unos y por otros pone al desnudo no sólo la heterogeneidad de tradiciones ideológicas sino también las diferentes trayectorias de las organizaciones. Así, para los actores más "instalados", una vez afirmados los canales de negociación con las autoridades, logrado un cierto umbral de satisfacción de las reivindicaciones, en fin, una vez reconocidos como interlocutores y actores de poder, resultó evidente que el piquete debía perder o evitar sus aspectos más disruptivos. Esta inflexión se operó luego del fracaso de las dos cumbres piqueteras, cuyos debates enfrentaron duramente a los grupos autónomos con las dos líneas sindicales, la FTV (Federación de Tierra y Vivienda) y la CCC (Corriente Clasista y Combativa). Uno de ellos fue precisamente la cuestión del carácter parcial o total del piquete (esto es, con o sin camino alternativo). A esto se agregaba la consideración no menos importante acerca de si los piqueteros debían presentarse a cara descubierta o conservar las capuchas. Aquí, el alineamiento sindical, sobre todo la FTV, insistía en que la imagen de los piqueteros encapuchados contribuía a alimentar la fuerte estigmatización[3] que realizaban ciertos medios de comunicación, al asociarlos con formas de violencia de peligrosos ecos setentistas. Por todo esto, no resulta extraño que para la FTV el piquete sea una metodología "más" de lucha que reconoce como horizonte la negociación y la satisfacción de los reclamos; en el límite, el reconocimiento y la institucionalización del movimiento como un actor de poder. Sin embargo, antes de ello, el piquete ocupaba un lugar central para la FTV. Como señala Rauber (2002: 91): "Es interesante lo que ocurre: en los cortes indefinidos, los piqueteros van con toda su familia y se instalan a vivir en la ruta, instalan su carpa, se quedan ahí y no pocas veces empiezan a construir allí su casa. El piquete garantiza la ayuda solidaria, allí hay comida, es decir: se come diariamente, cosa que no está garantizada en la casa, hay luz porque los piqueteros se cuelgan de las redes eléctricas". Así, entre 2000 y 2001 el piquete fue también un lugar de festividad, visitado por grupos de artistas, sindicalistas de oposición v militantes de izquierda. Si el piquete como metodología de acción disruptiva tiende a desaparecer del horizonte de la FTV, no sucede lo mismo con la ccc cuya identidad se ha forjado en la lucha piquetera, al calor de las puebladas acaecidas en el interior del país. En realidad, a diferencia de la FTV, para la ccc el piquete se instala en un lugar de ambigüedad mayor: por un lado, es una estrategia de presión frente a los poderes públicos; por otro, su alcance no se cierra con el reconocimiento en tanto actor social. Contrariamente a ello, el piquete tiene un horizonte insurreccional mayor que es la pueblada. No es extraño por ello que, frente a los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001, la CCC haya decidido realizar un corte de ruta en repudio de los hechos represivos, que terminó en una persecución y represión en la misma sede central de La Matanza, que no tuvo eco ni difusión alguna en los medios de comunicación. El período de gran movilización que cuaja en las dos asambleas piqueteras señala también un punto de bisagra para los grupos piqueteros autónomos, quienes verán en el corte de ruta una herramienta de carácter no solamente reivindicativo sino específicamente político, desde el cual resignificar la acción. Nos referimos a los sucesivos cortes realizados en respuesta a las acciones represivas del gobierno, que arrancaron con los hechos de General Mosconi, en repudio a la represión y exigiendo el retiro de la Gendarmería. Los acontecimientos y las muertes del 19 y 20 de diciembre y, más tarde, los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, el 26 de junio de 2002, potenciaron la dimensión más confrontativa y antirrepresiva del piquete, que aparece como la marca de origen de la acción de los llamados grupos autónomos, sobre todo de la Coordinadora Aníbal Verón, la UTD de Mosconi y el MTR, y más recientemente de las otras corrientes que componen el Bloque Piquetero Nacional (sobre todo el Polo Obrero y el MTL). Involucra también a otros actores sociales, movimientos de derechos humanos y organismos antirrepresivos, que acompañaron desde el origen la acción de los grupos piqueteros y, durante 2002, el movimiento de asambleas. Así, pese a la rutinización propia de los últimos tiempos, el piquete emerge como un espacio de coordinación entre corrientes piqueteras y redes antirrepresivas. En este sentido conserva su dimensión abiertamente disruptiva, esto es, sigue siendo un lugar de tensa confrontación con las autoridades y las fuerzas represivas y deviene por ello una instancia de afirmación identitaria. Por otro lado, el piquete, en tanto metodología de acción directa, permite testear el grado de resonancia entre las corrientes piqueteras y aquellos sectores sociales considerados aliados potenciales, en especial, las clases medias progresistas. Por ello algunas corrientes proponen limitar el alcance y la recurrencia del piquete, con el objetivo de "no confrontar" con esos sectores y favorecer las condiciones de integración y/o articulación futura con respecto a ellos. En el límite, esta estrategia apunta también a diluir los rasgos de alteridad considerados más disruptivos para esta parte de la sociedad. Por último, no hay que olvidar que el piquete fue el lugar desde el cual irrumpió un novedoso funcionamiento asambleario, que va a dar lugar a nuevas formas de organización y participación, en un intento por recrear y dotar de nuevos contenidos la política "desde abajo". DISTINTOS SIGNIFICADOS DE SER PIQUETERO Más allá de las diferencias que pueden encontrarse entre las distintas organizaciones piqueteras, un elemento común las recorre. Ese elemento es la identidad piquetera y su anclaje no es otra cosa que un relato constituido a partir de 1996 con el corte en Cutral-Co y Plaza Huincul donde surge el nombre "piqueteros". La primera ola de irrupción de la cuestión piquetera presentó los distintos elementos que van a conformar los ejes centrales de la historia. Para muchos, esas escenas de confrontación en el norte y el sur de la Argentina se convirtieron en una suerte de mito fundador de una línea de acción. Desde el punto de vista de ciertos militantes políticos, por ejemplo, los cortes en Neuquén y Salta mostraron en primer lugar que los desocupados —devenidos piqueteros- podían constituirse en sujetos pasibles de ser organizados; en segundo lugar, que los cortes -a diferencia, por ejemplo, de las huelgas- eran formas de acción realmente disruptivas; por último, que un importante anclaje comunitario de las organizaciones permitía respaldar los cortes con potenciales levantamientos populares. Sin embargo, entre esos años y la época de la masificación -entre 1999 y 2000-arduas disputas se produjeron en torno de la identidad piquetera. En principio, un punto significativo estuvo vinculado al intento del gobierno, en ese entonces, de caracterizar el fenómeno piquetero como una amenaza de "rebrote subversivo". Apelando a las retóricas de la democratización y de la pacificación, durante 1997 tomó forma una estrategia de deslegitimación de la movilización piquetera, en el preciso momento en que el gobierno nacional intentaba frenar la multiplicación de cortes en todo el país. Dos ejes articularon ese discurso en su versión original: el primero oponía la presencia de militantes políticos vinculados a las organizaciones al supuesto espontaneísmo que debía caracterizar la movilización de personas en una situación desesperada; el segundo agitaba los fantasmas de la afirmación del control del territorio por parte de los piqueteros, frente a los magistrados e incluso frente a las fuerzas de seguridad. La asociación lineal de la figura del piquetero a la de elementos supuestamente "violentos" y "radicalizados" sería retomada y amplificada por varios medios de comunicación nacional. Todo ello fue acompañado por un proceso de criminalización de la protesta social que se puso en marcha y que apuntaba tanto a la persecución y encausamiento de aquellos dirigentes involucrados en los piquetes como contra todas aquellas formas de acción directa encabezadas por dirigentes de organizaciones de desocupados; más de tres mil causas en todo el país, si seguimos los informes del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), muchas de las cuales aún están pendientes de resolución. Pese a ello, luego de todos estos años, los piqueteros no sólo no han coincidido con la imagen del "guerrillero" sino que para vastos sectores movilizados -tanto en el plano nacional como en el internacional- aparecen como una de las encarnaciones más originales y dramáticas de la resistencia a la globalización neoliberal. Asimismo, los cortes de ruta, lejos de ser considerados primordialmente como un delito de "sedición" hoy son aprehendidos como un formato de protesta En fin, sea por convicción o como recurso estratégico, no es menos cierto que hubo esfuerzos explícitos por parte de las organizaciones piqueteras para evitar esa asociación primera establecida desde el gobierno. Otro elemento característico de la discusión que por esos años se desarrolla en torno de la figura del piquetero alude a la figura del "excluido" o "marginal". En efecto, antes de que se produjera la masificación de las organizaciones y la cuestión piquetera hiciera irrupción definitiva en la política nacional -sobre todo, con los grandes cortes en el conurbano bonaerense, y a partir de la aparición de portavoces en los medios de comunicación-, la condición piquetera estuvo largamente asociada a una nueva situación de marginalidad, producida por el desempleo y el empobrecimiento. Esta definición negativa del piquetero se apoya en tres argumentos que, paradójicamente, siguen estando presentes incluso entre quienes participan de alguna organización piquetera. El primero de ellos, tiende a subrayar el aspecto negativo del activismo o de la militancia -aun de la militancia social-, lo cual produce una suerte de autoinculpación por la situación de precariedad económica. El segundo hace eje en que precisamente uno de los elementos que define el sentido de ser piquetero -el que está más presente entre los jóvenes- es la experiencia de enfrentamientos en las rutas contra las fuerzas de seguridad, estructurada originariamente en torno de la disputa por el control de la ruta. La imagen de los jóvenes "incontrolables" que ocupan las rutas inviscera este argumento, desde los recordados fogoneros en Cutral-Co hasta los encapuchados piqueteros de los grupos autónomos. El tercero, por último, es el que rechaza como indigna la aceptación de los subsidios puestos en práctica por el Estado. En este aspecto es necesario subrayar la tensión que existe entre la consideración del subsidio como un resultado "digno" de la lucha y, por otro lado, como una dádiva "indigna" entregada por el Estado, una suerte de certificado de la condición de pobre y de desempleado. Una lectura opuesta de este último punto permite entender la productividad de la identidad piquetera en estos últimos años, íntimamente asociada a la idea de la dignidad. Quienes se definen a sí mismos como piqueteros han producido un desplazamiento cualitativo muy significativo en relación con quienes se consideran principalmente desocupados. Aun cuando la falta de trabajo los reúna a todos, la percepción de su situación varía notablemente. Mientras que el desempleo fue asumido individualmente -como una "epidemia" que requiere respuestas individuales-, entre quienes se reconocen piqueteros la situación cambia radicalmente. En primer lugar, ser piquetero tiene una carga estigmatizante mucho menor, en la medida en que éste dio lugar a un espacio de reconocimiento que cristalizó finalmente en el desarrollo de organizaciones. Uno de los ejes centrales del efecto desestigmatizador de la nueva condición debe buscarse en la acción indisociable del nombre "piquetero". Frente a la pasividad -inactividad- del desocupado, el piquetero se define por su condición activa (aun si ésta se refiere a la militancia y no al trabajo). Así, en un primer sentido, la actividad piquetera se expresa en la realización de piquetes, de cortes, que han dado lugar a toda una simbología que sostiene la dignidad en la lucha. Aquí cobran importancia también la asamblea como símbolo de deliberación y horizontalidad; el control del territorio, una reapropiación posibilitada por el corte; la pueblada o la insurrección como horizonte de los cortes. La acción colectiva permitió un reposicionamiento en la tradicional relación mantenida con los mediadores del poder político, en la medida en que el acto mismo rompió con la dependencia respecto del puntero barrial. Este movimiento posibilitó una percepción diferente del beneficio y, por ende, una suerte de recuperación de la dignidad. De manera que esta resignificación primera que tomaron los planes sociales, producto de la acción colectiva, ocupará desde entonces un lugar central en el discurso piquetero: los planes no son "dados" por el gobierno sino "arrancados" por la lucha y, más aún, mantenidos a fuerza de presiones y cortes de ruta. En fin, no es menos cierto que esa dignidad pareciera provenir -a causa de la visibilidad— del carácter expresivo en sentido fuerte que los cortes poseyeron para grupos de personas que se encontraban "olvidadas o abandonadas a su suerte" en medio de las transformaciones económicas y la retirada del Estado. Ahora bien, en la medida en que algunas experiencias piqueteras iniciaron un importante proceso de reapropiación de los planes Trabajar -mediante el desarrollo efectivo de proyectos de obra pública o productivos-, la dignidad en la actividad piquetera parece haberse consolidado. Sin embargo, este elemento parece tener una importancia central también en algunas organizaciones del conurbano donde la experiencia de la confrontación y la negociación para la obtención de planes estuvo generalmente mucho más mediada por la presencia fuerte de dirigentes y liderazgos. El espacio físico en el cual se materializó la identidad piquetera fueron los piquetes. Para algunos, éstos representan experiencias similares a la vida en los barrios o a las tomas de tierra. Otro elemento importante de la identidad piquetera se relaciona precisamente con una redefinición del problema del desempleo, que se produjo como consecuencia de los procesos de movilización. En efecto, uno de los ejes centrales de los reclamos en los cortes en Neuquén y en el norte de Salta ponía el acento en las consecuencias desestructuradoras de la política económica del gobierno de Menem. El modelo económico —caracterizado fundamentalmente por las políticas de liberalización y de privatización de empresas del Estado- fue definido progresivamente como el responsable del desempleo masivo y de la desaparición del horizonte de expectativas de comunidades enteras del interior del país. Los cortes de ruta tuvieron en este sentido un carácter expresivo que permitió plasmar ese tipo de reclamos en los discursos de "reparación histórica". Así, mientras la dimensión de largo plazo de ese discurso reclamaba la puesta en forma de un nuevo proyecto económico para las comunidades, por el contrario, la dimensión de corto plazo se orientó progresivamente a intentar satisfacer la demanda de quienes estaban en una situación más desesperada y requerían de recursos urgentes. En definitiva, se estableció una conexión entre la responsabilidad política que le cabe al Estado -a los sucesivos gobiernos- por los resultados de las transformaciones ligadas al proceso de reforma económica -al modelo- y lo que efectivamente fue la reparación obtenida por parte de las organizaciones piqueteras -los planes de empleo-. Esa conexión permite comprender -en parte- que los planes sean percibidos -y recibidos- no como parte de una ayuda asistencial dirigida a poblaciones desfavorecidas sino como un derecho adquirido. De esa forma, nombre y acción parecen haberse vinculado históricamente con un cierto tipo de reclamo. Más allá de una cierta estabilización de la identidad piquetera en los términos aquí analizados, ciertas características de su historia siguen presentes. Por ejemplo, gran parte de los elementos más estigmatizantes presentes en su definición: la figura del "excluido" y la del "violento" continúan recorriendo el espectro político y social, aun si es cierto que la instalación política de la "cuestión piquetera" realizada entre 2000-2001, y especialmente la movilización de una parte de los sectores medios, a partir de diciembre de 2001, parece haber contribuido a desdibujar los rasgos más tenebrosos de esta representación. Para muchos, el piquetero, suerte de nuevo "cabecita negra", sigue encarnando la imagen cabal de la alteridad, por momentos radical, por la cual asoma ese otro mundo, ignorado y ajeno, amenazante y no tan distante, que habla a las claras de las consecuencias perversas del modelo neoliberal. Por último, es necesario tener en cuenta que la identidad piquetera, pese a su productividad, refleja una gran ambivalencia. En efecto, la figura del piquetero es más un símbolo de la resistencia al modelo neoliberal y menos el producto "positivo" del cambio que se busca lograr; más una situación o un estado transitorio, que debe ser desplazado por la figura del trabajador, y menos una imagen identitaría acabada. Nuevamente hay que decir que el tema recorrió no sólo los debates en torno de cómo organizar a los trabajadores desocupados sino que vuelve a ser motivo de reflexión para dirigentes y cuadros intermedios. Pero, por encima de los planteamientos estratégicos de unos y de otros, el carácter transitorio de la identidad piquetera tiende a ser subrayado sobre todo por aquellas experiencias en las cuales la articulación con la identidad del trabajador ha sido por demás difícil o incompleta. Esto es, cuanto más grande es el desajuste entre la identidad del trabajador y aquella del piquetero, mayor énfasis se hará en la cuestión del carácter transitorio de esta última. Inversamente, son aquellas experiencias que han explorado con cierto éxito las posibilidades de la autogestión y el trabajo comunitario las que terminaron por adoptar una definición más fuerte de la identidad piquetera asociada con la imagen del trabajador. En definitiva, los márgenes de la identidad piquetera son variables, pues éstos se definen en una relación de tensión que refleja una mayor cercanía o distancia con la identidad del trabajador. EXPERIENCIAS PIQUETERAS EN CALETA OLIVIA “Ser piquetero es salir a pelear por un trabajo digno a todo lo que de, el piquetero no afloja presiona. Ser piquetero es ser compañero todos juntos, cortando una ruta en la entrada al municipio o en el concejo deliberante, si hay cubiertas se queman sino nos sentamos y no pasa nadie...” Claudia de Caleta Olivia En la provincia de Santa Cruz, especialmente en la ciudad de Caleta Olivia, los distintos reclamos que se dieron en los últimos años puede ser objeto de reflexión según lo visto hasta el momento. Santa Cruz no es ajena a la desarticulación de los marcos sociales y laborales planteados por el modelo neoliberal instaurado desde 1989 cuya vida estuvo estructurada en torno a YPF. Las protestas estuvieron orientadas a la falta de respeto de los convenios colectivos o entre los trabajadores del petróleo y el gobierno. Por este motivo se utilizó como formato de protesta a los piquetes y la toma de Termap (2004) El primer piquete fue protagonizado por quienes hoy componen la Fundación Olivia, cuyos reclamos se basaban en “trabajo digno” que cubra las necesidades mínimas, hospital gratuito con provisión de medicamentos, reparto de las horas de trabajo, sin afectar el salario y el no pago de impuestos y servicios hasta tanto no se cuente con trabajo. El uso del piquete se produjo por distintos sectores de trabajadores, así, por ejemplo, los Trabajadores de la empresa de Servicios Públicos Sociedad del Estado han cortaron el acceso a esta entidad reclamando: devolución del ítem del 12% de los haberes de los compañeros jerarquizados, devolución del presentismo al personal jerarquizado, devolución sustitutiva de la tarifa, derogación al descuento compulsivo del partido político, efectivización de los contratos, tratamiento urgente para resolver la situación de los compañeros de las cooperativas y adscriptos, y legalización del aumento salarial concedidos a los fines de preservar los derechos jubilatorios.(cuando????) Mientras que los empleados municipales reclamaron (27/06/05) aumento al básico de 800$ y un proporcional modulo que posea cada empleado, con fogatas en diferentes área municipales de la ciudad como transito, el departamento vial, la Terminal de transportes donde funciona una caja volante para el pago de servicios e impuestos, el sector de forestación, y con mayor fuerza el acceso a la intendencia, instalándose una huelga seguida de piquete por mas de 50 días. Los obreros municipales y estatales de Caleta Olivia (17/06/05), Pico Truncado[4], Las Heras, y la capital de la provincia, Río Gallegos, llevaron adelante una pelea durísima contra el gobierno justicialista de Sergio Acevedo[5]. Estos trabajadores exigían el pase a planta permanente de todos los contratados, el aumento de la asignación familiar de $80 a $120, un incremento salarial de sueldo básico y el reconocimiento como remunerativos los $200 otorgados por decreto. Actualmente gran parte de estos reclamos se encuentran en paritarias. Al piquete de la ciudad de Las Heras, se suma la adhesión de un grupo de jóvenes de la localidad de Los Antiguos (cuando????), que no solo presentaron sus reclamos, sino también adhesiones de parte de la comunidad y hasta del Consejo Deliberante, cuando el gobierno vociferaba el descontento en ese pueblo por el aislamiento que soportaba debido al piquete. En Caleta Olivia, el piquete afectó a las empresas privadas, tal es el caso de la empresa pesquera Barillari y las cooperativas "truchas" que de ella dependen cuyos empleados no recibieron en tiempo y forma su sueldo. Ante esta situación, fileteros y envasadores bloquearon con cubiertas encendidas todos los accesos a la planta de la empresa y reclamaron aumento de sueldo por hora en función del pescado que entraba a la planta. De esta manera, la Agrupación de Marineros Santacruceños (sindicato local en formación) paralizó la flota del puerto Caleta Paula, impidiendo el acceso al mismo. También hubo una toma de la planta deshidratadora de Cañadón Seco (Julio de 2005) mientras en forma paralela se mantenían bloqueados los frentes a Repsol y Vintage Oíl. En este marco de protestas, algo más de 40 piqueteros vienen recibiendo subsidios de 700 pesos mensuales por parte de las operadoras de yacimientos y reclaman puestos laborales fijos, en tanto otros 1420 son desocupados, todo reclamaban en empresas petroleras, y se pedía que se retiraran todas las acciones legales que pudieran haberse presentado en su contra por los nuevos bloqueos. Unos 300 gendarmes y 200 efectivos de la policía de santa cruz, reprimieron con brutalidad, utilizando gases lacrimógenos, palos y balas de goma a los piqueteros para que desalojasen la planta, los incidentes continuaron en la Seccional Tercera de policía de esta localidad (21/07/05) No todos son subsidiados, también están los desocupados, denominados "los dialoguistas", y la "agrupación 17 de Octubre" quienes buscaron en primera instancia diálogos tras diálogos con las autoridades del gobierno, al no recibir respuesta cortaron la ruta reclamando un trabajo digno y no un subsidio. Actualmente se encuentran distribuidos en diferentes cooperativas, dedicadas al trabajo de medio ambiente. Estos movimientos sociales recibieron una misma denominación, "piqueteros", todos recubren orientaciones similares y dispares, pero más allá de eso causan un enorme impacto en el poder político, en la población en general y en los medios de comunicación. En algunas entrevistas realizadas, se puede dar cuenta de la representación que cada actor tiene del significado de ser piquetero: * Erica Reinoso (ex desocupada) explica que "ser piquetera es tener huevos y luchar por un trabajo digno, hay muchos que no se animan a cortar las rutas y es por eso que nos critican, el piquetero no tiene otra salida, de esta forma consigue las cosas. No somos vagos como dicen, queremos trabajo.... " * Gustavo de 27 años, que participó en el piquete/toma de Termap (Terminales Marítimas Patagónicas) después de su lucha consiguió trabajo en una empresa constructora, afirma: "ser piquetero es ser luchador esto no significa que haya algunos piquetes que sean cualquiera, luchamos porque no teníamos un mango, es feo llegar a tu casa y ver a tus hijos y no poderles comprar lo que te piden por eso me transformé en piquetero, quizás no fue la forma subirnos a los tanques y querer prenderlos fuego, tampoco fue la forma del gobierno y de la policía que nos hiciera pelota" * Pablo de Fundación Olivia plantea que "ser piquetero es reclamar por lo justo, un trabajo digno para todos, nosotros decidimos cortar la ruta quemando cubiertas y sin dejar pasar a nadie porque no había otra solución, estábamos sin trabajo y el piquete era algo efectivo, creo porque sino fíjate la cantidad de piquetes que surgieron después que nosotros" * Jorge: dice " ser piquetero es estar en una situación limite, para que te de bola, es luchar por lo que crees que es justo, piba... acá las empresas petroleras se llevan la platita dulce en camiones y no te exagero, y no puede ser que se hagan los boludos junto con los del gobierno, por que se el gobierno apretara un poquito el cogote las cosas serian diferentes. El piquetero corta una ruta, quema cubiertas, si te dan pelea como nos hicieron a nosotros cuando nos plantamos en el acceso a Repsol y Vintage OH, por que no te voy a mentir la policía nos dio hasta por debajo de la lengua, y nos tuvimos que defender entre nosotros, a los milicos %&$&&, manga de cagones por que te pegan si están todos juntos, sino se quedan en el molde... " Desde estos puntos de vistas ser piquetero significa luchar por la dignidad. Su última oportunidad para ser escuchado/a, y tener así una posición activa respecto al gobierno, es cortar la ruta. El piquete reivindica su dimensión disruptiva, a lo que se agrega la represión por parte del gobierno y de la que muchos fueron el blanco. Otro elemento que se visualizó en torno a la figura del piquetero es la de ser "excluido o marginal". * Daniel: "La gente de Caleta con el tema de la marginalidad a veces es media cagada, no toda digo, la que nos margina seguro que es la que esta bien económicamente, sino debería darse cuenta que por el hecho de que usemos gorrita como dicen no significa que seamos chorros ni patoteros como dicen las viejas." * Claudia: "nos sentimos totalmente marginados, había muchas viejas y viejos que se quejaban porque no podían pagar sus impuestos en el municipio cuando estábamos allí y porque no podían ir a Cañadón Seco pero ellos tienen plata y nosotros no tenemos ni un mango partido por la mitad, nos trataron de usurpadores, de violentos, para ellos somos los negritos que no tienen para comer" * Jorge: "Me siento totalmente discriminado, cuando trabajaba en el comercio no me pasaba esto...., la gente se cree que esto lo hacemos por que nos gusta cagarnos de frío, pero como la mayoría tiene trabajo... te miran y te tratan como delincuentes, por que estuviste en un piquete y conseguiste laburo gracias al piquete, ni hablar cuando te ven con capuchita y mochila..., mira yo soy viejo pero igual la uso, y me miran como un bicho raro." * Gustavo: "al principio era una marginalidad pura pero no de toda la gente, había muchos que nos apoyaba, gente que nos llevaba comida, pero también había gente que llamaba a la radio para criticarnos solamente y tratarnos de inconsciente" Estos resabios, como plantea Svampa, continúan y se asocia al piquetero como el revoltoso, delincuente, el nuevo “cabecita negra” que no tiene para comer. En estos discursos se puede visualizar la estigmatización por parte de la sociedad y la clasificación según la vestimenta y la sensación de marginalidad por estos actores sociales. En cuanto al significado del piquete esta se visualiza más que nada como una estrategia de presión: * Gustavo: el piquete “era como una ensalada, comenzó como un dialogo tranqui, pero terminó asustando a la gente, pero era la única manera de que nos diesen pelota, en nuestro piquete encontrabas de todo, de todo, en las carpas.....te lo dejo a tu interpretación, seria un buchón si me pongo a darte detalles y más sabiendo que hay compañeros que tienen un juicio de por medio. Fue uno de los piquetes que más se acuerda la gente porque la verdad fue jodida, yo todavía me acuerdo cuando Gendarmería reprimió a mi familia y a mi ni te cuento" * Erica: en el piquete “encontras mucha gente cansada de dar vueltas y como no había otras cosas tenias que cortar la ruta, se quemaban cubiertas para que no pase nadie y se esperaba una respuesta todo era una cuestión de lucha... " * Daniel: respecto al piquete señala “te puedo decir que a veces tranqui otras no.... se toma mucho, para pasar el frío je je!!!, en el que estuve yo había muchas pendejas era un libertinaje como dice bersuit loca, no te imaginas… Los piquetes se constituyen no sólo como una estrategia de presión; en la ruta se instalan en carpa, allí se garantiza la ayuda solidaria, allí hay comida (y para el frío algunas bebidas) mientras se espera una solución a los reclamos. Representaciones respecto al gobierno, los piqueteros ven los subsidios como algo indigno. Algunos son concientes de la riqueza de la región y de cómo el gobierno junto a las empresas petroleras no generan trabajo para todos reduciéndose las posibilidades de una inserción laboral digna. * Gustavo "el gobierno no sabe otra cosa que crear subsidios para conformarte te tiran unos pocos mangos y después se lavan las manos, no se dan cuenta de que la gente con un subsidio no puede vivir" * Erica: "el gobierno sabe que desde el momento de que los de Fundación Olivia y los de Termap cortaron las rutas iban a aparecer más piquetes, es mentira que en Caleta todo el mundo tiene un trabajo. Sino entras en la municipalidad, sos comerciante, sino tenes un marido petrolero estas condenado a un plan de mierda o poner huevo o hacer un piquete" * Claudia: "Cotillo y Acevedo se hacen los sordos al principio para no largar un poco la mosca que tiene la provincia, es una vergüenza que pasen estas cosas acá, hay una bocha de empresas petroleras y nosotros juntando papeles" * Pablo: "el gobierno te pone un montón de condiciones, de cosas, es que a veces prometen un montón ya sea trabajo, vivienda como es usual acá pero todo por un voto de mierda, nosotros dimos el puntapié inicial con los que hoy formamos Fundación Olivia, fuimos los primeros en luchar contra el gobierno para que dejen de hacer oído sordo a las preocupaciones del pueblo" Según los distintos testimonios la lucha es producto de la acción colectiva y de los cortes de ruta. Frente a los reclamos se logró establecer en cierta medida una responsabilidad política por parte del gobierno. Así los objetivos logrados son derechos adquiridos y no mero asistencialismo (con el cual los actores entrevistados no están de acuerdo) Conclusiones A partir del recorrido histórico de los piquetes y los piqueteros, y su relación con el contexto se puede dar cuenta como se ha ido configurando la identidad piquetera. Tanto en Buenos Aires como en el Interior los piqueteros tienen los mismos fines: reclamar al Estado su dignidad como trabajadores, empleos genuinos o no (lo que difiere según las distintas bases ideológicas) en la que el piquete, sobre la ruta nacional N º 3, 12 y 43, es el único medio que permite llamar la atención del gobierno. La construcción de la identidad como se ha visto no esta despojada de conflictos. Se sostiene, en este caso, una lucha por el monopolio de la nominación legitima en la que sectores favorablemente posicionados dentro del campo social/simbólico tienen hegemonía y para mantenerla utilizan las estigmatizaciones, que el caso de los piqueteros se plasma en un discurso que criminaliza sus protestas y asocian al piquetero con elementos subversivos y delictivos. BIBLIOGRAFIA * Candia Jose Miguel. "Obreros argentinos: cortar las rutas para abrir el futuro" en www.mundodeltrabajo.org.ar/ Pistas/p014/candia_piqueteros.htm - 62k – * Lobato, Mirta Zaida. Lo nuevo y lo viejo en la protesta social en Entrepasados. Revista de Historia. Año 22. Principios 2002 * López echagüe; Hernán. La política esta en otra parte: viaje al interior de los movimientos sociales. 1a ed. - Buenos Aires: Ed Grupo Editorial Norma, 2002. * Guber Rosana. Identidad Social Villera en Boivin, Rosato y Arribas. Constructores de otredad. Eudeba. Bs. As. 1999 * Svampa, Maristella y Pereyra Sebastián. Entre la Ruta y el barrio: la experiencia de las f organizaciones piquetera. 1a ed.- Buenos Aires: Ed Biblos, 2003 * Svampa, Maristella. Desde Abajo: la transformación de las identidades sociales. Buenos Aires 2000: Ed. Biblos. * Svampa Maristella. Ambivalencias y complejidades de las organizaciones piqueteras en http://www.lavaca.org/seccion/actualidad/1/1329.shtml * Svampa Maristella (ed.) Desde abajo. La transformación de las identidades sociales. Bs. As, Biblos, 2000. [1] López Echagüe, Hernán. Introducción en La política esta en otra parte: viaje al interior de los movimientos sociales. 1a ed. - Buenos Aires: Ed Grupo Editorial Norma, 2002 [2] Clarín, 24 de Junio de 2001 [3] Goffman en su “teoría del estigma” plantea que esta es una ideología que pretende explicar la inferioridad del estigmatizado y dar cuenta del peligro que representa esa/s persona/s para la sociedad [4] La Nación, 06 de Junio de 2005 [5] El 16 de marzo de 2006 de la fecha presentó su renuncia luego del escándalo producido por el caso del policía Sayago que fue asesinado en medio de una protesta social en el pueblo de Las Heras.

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